La presente comunicación tiene dos objetivos. Por un lado, esbozar algunas ideas en torno a las estrategias y los derroteros que realizaban los beneficiarios, deudores y acreedores de las personas que morían sin haber dejado un testamento, ¿cómo se resolvía un conflicto sucesorio en el cuál más de una persona se presentaba ante las autoridades como heredero o legatario legítimo?, ¿quién se encargaba de pagar o cobrar las deudas qué había dejado una persona?, ¿qué papel jugaron los representantes tanto del Juzgado de Bienes de Difuntos como el de Testamentos, Capellanías y Obras pías?, ¿en Querétaro, cómo se resolvieron estos casos de muerte abintestato?; en definitiva, se trata de explicar la práctica testamentaria desde otro enfoque en donde la última voluntad quedó en manos de aquellos que se asumieron con derechos y privilegios de defenderla y ejecutarla. En consecuencia, el segundo objetivo está vinculado con las diligencias que realizaron herederos, legatarios, albaceas, escribanos, jueces y testigos para cumplir y hacer cumplir una de las máximas de la sociedad novohispana; a saber, la salvación del alma. El estudio de la práctica testamentaria a través de una metodología de redes relacionales adquiere sentido porque, a diferencia de los análisis prosopográficos o los vinculados con la historia de la familia, permite reconstruir e interpretar diferentes ámbitos y formas de sociabilidad que estuvieron vinculados con sistemas de solidaridad, reciprocidad y sobre todo de negociación de intereses; para el caso queretano este sistema forjado tanto por las autoridades locales como por la sociedad en general permitió que las jurisdicciones eclesiástica y secular negociaran a su vez, su propio ámbito de autoridad.